- Santuario ibero
- IV - I a.C.
- Mapa 847 (2-4) Aigües Nord
- Acceso: dificultad media
Son pocas las cuevas donde se ha documentado su uso como lugar sagrado por parte de los iberos. La Cova de les Dones tiene además la particularidad de haber sido transformada con la excavación de un canal relacionado con los ritos aquí celebrados y de varios escalones que facilitan el acceso a la parte más recóndita de la cueva.
El acceso recomendado aquí, si bien no es el más corto, es el más interesante paisajísticamente. Además nos ayudará a percibir mejor el hecho de la elección por los iberos de cuevas apartadas para realizar determinados rituales.
Desde Aigües hay que dirigirse al balneario que se encuentra a un kilómetro de distancia. A la entrada de la población sale la carretera que se dirige al mismo. Si decidimos dejar el coche en el pueblo sólo tardaremos algo más de diez minutos en llegar. Este balneario fue construido en 1816 por la Marquesa de Torrellano y a el acudía la aristocracia de la comarca a disfrutar de sus aguas y su entorno arbolado. En 1936 pasa a manos del Estado que lo destina al tratamiento de la tuberculosis. Posteriormente caería en desuso. Hoy, aunque abandonado, todavía su bella arquitectura aguanta a duras penas el paso del tiempo.
La carretera asfaltada acaba y se continúa por una pista de tierra que rodea el balneario. En la parte de atrás del mismo se llega a un primer cruce de pistas. Se elige la que va a la izquierda, hacia el oeste. A partir de aquí empezaremos a atravesar la bella pinada que se extiende por los alrededores del balneario, una de las zonas verdes más agradables de la comarca de l´Alacantí. En menos de 10 minutos de caminata se llega a otro cruce. Seguimos por la derecha. Otros 8 minutos, nuevo cruce y de nuevo a la derecha.
A los 3 minutos de nuevo a la derecha. El siguiente desvío está dos minutos más adelante. Aquí abandonamos la pista principal y nos desviamos de nuevo a la derecha, hacia el norte, para en otros 2 minutos llegar hasta una gran nave que dejaremos a nuestra izquierda para en tres minutos más de recorrido llegar a una torreta donde acaba la pista forestal y empieza un sendero donde se inicia la parte más dura del recorrido. Hay que superar 100 metros de desnivel en continuo ascenso, lo que lleva entre 15 y 20 minutos. El esfuerzo es compensado con unas buenas vistas de la costa y del pinar que dejamos atrás, ahora sustituido por romero, lentisco, espino y esparto. Se llega a un nuevo cruce de pistas. A la izquierda una torreta de alta tensión. A la derecha la subida al collado de la Peña Roja. La nuestra la que sigue de frente, con el telón de fondo de la masa pétrea del Cabezo d´Or cerrando el horizonte. La pista desciende y en seguida gira hacia el oeste. En 5 minutos sale a la derecha del camino una senda que en su principio está perfilada con piedras. Valga de referencia para no pasar de largo el que la senda se inicia diez metros antes de que a la pista forestal por la que venimos se una por la izquierda otra pista. La senda en su recorrido está señalada con las marcas amarillas y blancas de sendero de pequeño recorrido y también con marcas azules. Comenzamos a ascender junto a un barranco que queda a la derecha. En 5 minutos acaba el primer repecho llegando a una zona llana con varias marcas de pintura azul. A la izquierda aparece otro barranco y un saliente pétreo a sólo veinte metros. Aunque todavía no es visible, unos quince metros por debajo de este saliente calizo está la Cova de les Dones, en el pequeño y escondido barranco que queda a la izquierda del camino. Hay que salirse de la senda y bajar entre los bancales hasta la cornisa que da acceso a la cueva. No hay un camino marcado pero el acceso no tiene gran dificultad. Se tarda aproximadamente una hora en recorrer los 3,5 kilómetros que separan el balneario de la cavidad.
La cueva se encuentra en una pared rocosa vertical que conforma la vertiente izquierda de este recóndito y poco accesible barranco. Tiene una amplia boca de más de diez metros de ancho por cuatro metros de altura máxima orientada al noroeste. Sus más de treinta metros de recorrido se distribuyen en varias salas. La primera, la de la entrada, es la más espaciosa. En su parte derecha se aprecia lo que debió de ser un pequeño salto de agua, que se continúa hacia el interior de la cueva con un canal artificialmente cavado en el suelo de 6 metros de longitud y con una anchura que oscila entre los 15 y los 25 centímetros. A la derecha del comienzo del canal se ve una estrecha galería tubular intransitable de medio metro de diámetro y paredes lisas que debió ser el principal acceso del agua al interior de la cueva. Unos metros más adelante, también a la derecha del canal, se abre un estrecho paso sólo accesible arrastrándose que da a otras dos salas. En estas salas es donde ha aparecido la mayoría delas cerámicas.
Se encontró cerámica ática, común ibérica, caliciforme e ibérica pintada. Pudieron ser depósitos de ofrendas. El canal artificial, sin duda lo más singular de la cueva, conduce a la zona más profunda de la cueva, posible simbolismo del paso de lo conocido, lo terrenal, de la luz, a los desconocido, a la oscuridad, a lo arcano. En esta zona la altura decrece considerablemente, lo que hace que haya que agacharse para acceder. Finalizado el canal, a través de una boca de 80 centímetros de alto por 1,20 de ancho se entra en un pasillo descendente por el que se accede a otra sala circular con 3 metros de diámetro donde se puede estar de pie y apenas llega la luz exterior. A la izquierda nace otra pequeña galería que asciende y a la que se puede acceder a través de dos escalones tallados en la roca de 40 cm. de ancho por 20 de altura. Esta galería gira a la derecha y aquí encontramos otro escalón que facilita el acceso a dos pequeñas salas de no más de 60 centímetros de altura en las que se encontraron también restos de cerámica ibera y una fíbula de bronce. En esta zona la oscuridad es total. El tallado de los escalones para acceder a estas inhabitables salas situadas en lo más recóndito de la cueva parece responder a algún ritual hoy desconocido.
La cuevas santuario ibéricas se sitúan en lugares orográficamente complicados. Se busca su aislamiento y su acceso no es fácil. Los materiales suelen localizarse en las zonas más profundas de las cuevas. El agua desempeñaba un papel esencial en la cosmogonía de los iberos, como parte de un ritual con sentido purificador.
Era fuente de vida y medio de regeneración. En la Cova de les Dones este papel importante del agua para los iberos queda subrayado con la construcción de un canal que seguramente fue usado en los rituales sagrados.
Entre las teorías que se manejan acerca del significado de estas cuevas contamos con una especialmente sugerente que aboga por su uso como lugar de iniciación y “ritos de paso” en el que los jóvenes entraban como niños y salían convertidos en hombres tras entrar en contacto directo con la Madre Tierra. También pudieron existir rituales que fueran dirigidos a determinados integrantes del grupo que fueran a ostentar algún cargo especial dentro del mismo (por ejemplo sacerdotes o guerreros) lo que llevaba a una serie de pruebas de valor en medio de rituales desarrollados en entornos no habituales y que producían temor en los aspirantes e iniciados tal como todavía hoy ocurre en algunas sociedades primitivas. El “rito de paso”, de joven a adulto, de hombre a guerrero, jefe o chamán, suponía la muerte del estado anterior y un renacer al nuevo estatus. Este volver a nacer se realiza en la caverna, símbolo del útero materno y de la Madre Tierra.
Otra teoría aboga por su similitud con nuestras actuales ermitas, lugares donde en determinados días se dirigirían los habitantes de los poblados iberos cercanos para rendir culto, si bien la ubicación de los materiales encontrados en las zonas más profundas e inaccesibles de las cuevas, así como la dificultad del acceso a las cuevas quita credibilidad a esta posibilidad.
Una tercera hipótesis cree que eran centros de culto donde los pastores, que utilizaban habitualmente las cuevas para resguardar el ganado, rendían su devoción a los manes protectores de los animales, solicitando su fertilidad y salvaguarda.
Poco a poco nuevos hallazgos de cuevas-santuario irán aclarando estos interrogantes. Lo que parece claro es que cuevas como la de les Dones, hoy olvidadas, tuvieron en su día un lugar de importancia en la religiosidad de los iberos. La cuevas se integran en el paisaje pero al mismo tiempo destacan rompiendo las laderas y sumergiéndonos en un lugar que percibimos aun hoy como misterioso y de alguna manera fuera de este mundo. Esa percepción ha estado siempre con el hombre y seguramente seguirá con él mientras exista.
Siempre que vamos a la montaña debemos tener cuidado con no dejar huella de nuestro paso. En este caso aun debemos ser más cuidadosos tratándose de un antiguo santuario de nuestros antepasados. Por lo tanto no dejes ninguna basura, no hagas fuego y, por supuesto, no marques ni dibujes en las paredes (aunque parezca mentira todavía hay muchos retrógrados que lo hacen). Todos debemos colaborar en proteger y cuidar este patrimonio ancestral y único.
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© Julio Asunción
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