El Racó de Cortés es un lugar muy especial. Es una hondonada cerrada entre crestas calizas. Es como si un imaginario meteorito hubiera derribado parte de la sierra del Pantano para formar este pequeño valle encerrado entre montañas. El valle tiene forma ovalada y mide 1.5 Km. de este a oeste y 1 Km. de norte a sur.
El Racó de Cortés está cerca del pantano de Amadoiro y también cerca de la costa (a 7 kilómetros en línea recta del mar). En este lugar de geografía tan extraña, María Francia Galiana y Palmira Torregrosa, de la Universidad de Alicante, descubrieron en el año 1998 un panel de arte rupestre levantino. Es uno de los últimos descubrimientos de arte rupestre que se han hecho en la provincia de Alicante.
El abrigo rocoso se encuentra en el cresterio calizo que cierra el Racó de Cortés. Es un abrigo de más de unos 20 metros de largo y 3,5 metros de altura y 3 metros de profundidad.
Desde este lugar se abarca una panorámica muy hermosa. El mar cercano con la Sierra Helada abriéndose paso entre las aguas. La isla de Benidorm, que se ve pequeña entre la grandeza del Mediterráneo. Los rascacielos de la ciudad turística se apelotonan junto a la costa. Más cerca, las aguas domesticadas del pantano de Amadoiro. Alrededor del abrigo se extiende el Racó de Cortés con resaltes calizos que crean precipicios de decenas de metros.
En el lugar nos espera un personaje que fue pintado hace más de 5.000 años. Es un hombre que lleva en la mano una vara o un haz de flechas. Lo más sorprendente de la figura es la utilización de un resalte de la pared para representar una bolsa que el guerrero lleva junto a la cintura. Del personaje se han perdido las piernas y lo conservado no llega a alcanzar los 10 cm. de longitud.
Calco del trabajo de M.F. Galiana y P. Torregrosa (ver bibliografía)
El hombre prehistórico mira hacia la derecha, hacia unos pequeños símbolos que las descubridoras han identificado como representación de carrascas, árboles bastante fáciles de ver en Alicante y que debieron ser más abundantes en el momento en que se hizo la pintura. Sólo hay que echar un vistazo desde el abrigo a los matorrales y escasas carrascas del Racó de Cortés para ver que los pequeños símbolos efectivamente pueden representar árboles de pequeño porte.
¿Por qué se eligió este lugar como soporte de esta manifestación artística prehistórica? Revisando el lugar me di cuenta de varias características del gran abrigo que me llevan a pensar que el lugar pudo ser un santuario dedicado a la fertilidad.
El abrigo está orientado hacia el Este, el lugar de nacimiento del dios que da la vida todos los días, el sol. El nacimiento del sol ha sido fundamental en la religiosidad del hombre desde la Prehistoria. Desde el abrigo rupestre se ve al sol amanecer sobre las aguas del Mediterráneo.
Lo que más me llamó la atención fue que aunque el abrigo es de grandes dimensiones se eligió un lugar muy concreto para plasmar las pinturas rupestres. En la parte de atrás del lugar donde está pintado el hombre prehistórico la roca se abre en una grieta. No hace falta tener mucha imaginación para ver la similitud de esta grieta con un órgano sexual femenino.
A todo esto hay que añadir la ubicación del abrigo en este circo natural y cerrado rodeado de los crestones calizos que desde la proximidad del abrigo se ven impresionantes. Este paraje natural de “entorno cerrado” del Racó de Cortés colabora a la sensación de singularidad del lugar.
¿Era el lugar un santuario donde se propiciaba la fertilidad? El entorno cerrado del paisaje puede hacer referencia al útero femenino y a la gestación. La grieta en la roca del abrigo, junto a las pinturas, es el lugar donde se produce el milagro del nacimiento. El nacimiento estaría representado cada día por el amanecer del sol sobre el horizonte marino.
Otra hipótesis vino a mi cabeza cuando visité el lugar. ¿Quién era el personaje representado? ¿Qué estaba haciendo? Las descubridoras de las pinturas han pensado en la posibilidad que sea la representación de un cazador prehistórico que va hacia las carrascas a buscar bellotas, que luego guardaría en la bolsa que lleva a la cintura.
Otra interpretación que se me ocurre estaría más acorde con la naturaleza sagrada que atribuyo al lugar. El guerrero-cazador podría ser el mismo chamán que dirigía los ritos que se celebraron en el gran abrigo. El hecho de que se haya aprovechado un pequeño resalte de la roca para destacar la bolsa que lleva junto a la cintura da una especial relevancia a este elemento. Es más, una pequeña irregularidad de la pared parece representan la bandolera que sujeta la bolsa a la cintura ¿Podría ser la bolsa donde el chamán guarda sus hierbas y amuletos sagrados al modo en que está documentado en chamanes de muchas partes del mundo a lo largo de la historia y de culturas muy diferentes? De ser así lo que podríamos estar viendo en esta representación artística sería al chamán observando desde el mismo abrigo el paisaje del Racó de Cortés. La pintura sería como la marcación de propiedad del santuario. El chamán es el guardián del santuario, cuyo centro es la grieta que evoca al órgano femenino. Por otra parte, lo que lleva el personaje en la mano ha sido identificado por las descubridoras con un haz de flechas, pero esto no queda claro en el calco de las pinturas. Podría ser una vara o “bastón de poder” que portara e identificara al chamán, ya que en las representaciones levantinas donde aparecen cazadores portando flechas, estas van acompañadas del arco, lo que no ocurre aquí, quizás por que ha desaparecido con la degradación de la pintura o quizás porque nunca existió.
Todo esto son sólo hipótesis muy difíciles de demostrar, pero creo que son lo suficientemente sugerentes para tenerlas en cuenta. Qué duda cabe que un lugar tan especial deja volar la imaginación. ¿Pudo aquí un chamán hacer sus ritos de fertilidad? Me lo imagino pintándose a sí mismo en la pared y unirse así al lugar sagrado. También me imagino al brujo de noche. A la tenue luz de las antorchas se mueve sin descanso, haciendo con sus brazos las figuras mágicas que le enseñaron los chamanes de la tribu que le precedieron. Saca de su bolsa sus amuletos que le ayudan a establecer contacto con fuerzas invisibles. Algunos de los amuletos los introduce en la grieta sagrada. Lo mismo hace con su bastón imitando el coito. Así transcurre la noche hasta que el horizonte se vuelve rosado y nace, una vez más, el gran dios que da la vida.
Bibliografía:
María Francia Galiana Botella y Palmira Torregrosa Giménez: “Los abrigos rupestres del Racó de Cortés y de la Cova de la Romera (Orxeta,Alicante): aportaciones al Arte Neolítico de las comarcas centro-meridionales valencianas.” MARQ, arqueología y museos. 2007
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
Buenas tardes, primero felicitarte por el blog y agradecerte lo que para mí es un gran descubrimiento, vivo en la zona y no sabía nada acerca de la pintura. Me gustaría poder visitarlo, estoy acostumbrada a caminar por la montaña, pero no sé por dónde debo empezar, si por la parte de Orxeta ( las casas que hay por detrás del embalse) o por la parte del Barranc de la Mola,el camino que va hacia Relleu. Podrías indicarme? Iré con todo el respeto que me merece la montaña, el arte y lo ancestral. Gracias. Un saludo.
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