EL TESORO DE VILLENA (Lugar de aparición)



Tesoro de Villena

mapa tesoro de villena


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- Tesoro aúreo de importancia internacional y lugar del hallazgo del tesoro
- Bronce - 1.000 – 750 a. C.
- Mapa 820 (1-4) Cañada - Acceso: fácil

El Tesoro de Villena es el hallazgo arqueológico más excepcional de la provincia junto con la Dama de Elche. Es el conjunto de orfebrería prehistórica más importante de España y el segundo de Europa tras los de las Tumbas Reales de Micenas.
Inexcusablemente debe empezarse esta ruta con su visita en el Museo Arqueológico José María Soler, en Villena. Sus más de nueve kilos de oro repartidos en cuencos, pulseras y vasijas deslumbran a cualquiera. Su magnificencia está a gran distancia de los otros conjuntos áureos que se puedan contemplar en cualquier museo de la Península Ibérica. Esta suntuosidad contrasta con el paisaje donde apareció, en unos campos de olivos de los muchos que adornan la geografía española, donde milagrosamente permaneció escondido a lo largo de milenios.




De Villena a Albacete, a la altura del Km. 60 de la autovía se sale a la Colonia “El Morrón”. A los doscientos metros en un cruce hay que desviarse a la derecha, por el conocido como camino viejo de Beneixama. A los 2,5 kilómetros hay una pista asfaltada a la izquierda con un cartel que indica “Las Piteras”. No cogemos este desvío, pero sí la pista de tierra que también a la izquierda sale cincuenta metros más adelante.
Un kilómetro más adelante llegamos a otro cruce cerca de un depósito – pozo extractor de agua. En este punto conviene dejar el vehículo ya que el firme empeora. Echamos a la derecha en el cruce, y 100 metros más adelante, antes de cruzar la rambla, cogemos un camino a la izquierda que a los 200 metros se interna en la misma rambla del Panadero remontándola. 130 metros más adelante el camino acaba en una cadena que da paso a un olivar. Nosotros tenemos que seguir subiendo la rambla y al cabo de otros 150 metros llegamos al monolito que se ubica en el lugar exacto del magno descubrimiento arqueológico.


Monolito conmemorativo en el lugar de aparición del tesoro

El monolito tiene cuatro metros de altura y en su parte central representa uno de los brazaletes que formaban parte del tesoro y que llevó a su descubrimiento.


Detalle del monolito

Este hallazgo fue fruto de una mezcla de intuición, averiguaciones judiciales y suerte. Nada mejor que las palabras del insigne arqueólogo villenense José María Soler para sumergirse en esta apasionante aventura arqueológica:
“Al atardecer del día 22 de octubre de 1963, una llamada telefónica del joyero D. Carlos Miguel Esquembre nos puso en antecedentes de una extraordinaria joya de oro que le había sido mostrada por una mujer de ascendencia gitana.
Inmediatamente nos personamos en su establecimiento, y no tardó mucho en presentarse Esperanza Fernández García, portadora del brazalete de oro que había mostrado al joyero. Según declaró, la joya fue hallada por su esposo, albañil de profesión, entre las gravas utilizadas para el hormigón de un edificio que se estaba construyendo en la calle de Madrid.
Requerida por nosotros la presencia de este albañil, un gitano llamado Francisco Contreras Utrera, nos confirmó la declaración de su esposa y nos hizo entrega del brazalete.
Pusimos el hecho inmediatamente en conocimiento del Alcalde de la población, y ante la posibilidad de que se hubiese falseado el lugar de su verdadera procedencia, comparecimos al día siguiente ante el Juez de 1.ª Instancia e Instrucción. Las indagaciones comenzaron en seguida y pusieron de manifiesto que el brazalete no había sido encontrado por el gitano Contreras, sino por uno de sus compañeros de trabajo llamado Francisco García Arnedo, quien lo entregó a su capataz, Ángel Tomás Martínez, en la creencia de que se trataba de una de las piezas que forman parte del engranaje de los camiones que transportaban las gravillas. Así lo creyó también el Sr. Tomás, quien dejó suspendida la joya en lugar visible hasta que pasó a manos del gitano Contreras, cuya esposa la llevó al joyero para que le informase, según dijo, del presunto valor de la pieza.
Un mes después, cuando ya desesperábamos de encontrar circunstancias aclaratorias del extraordinario hallazgo, de nuevo el joyero D. Carlos Miguel Esquembre nos comunicó telefónicamente la presencia en su establecimiento de otra mujer portadora de un brazalete similar al anterior, aunque menos rico.
Encarnación Martínez Morales, que así se llamaba, iba acompañada de su esposo, el transportista de gravas Juan Calatayud, y ambos aseguraron que la joya había pertenecido a la difunta abuela de Encarnación y que había permanecido durante mucho tiempo en un arcón de la casa. La explicación era inocente por cuanto el brazalete, aun prescindiendo de su técnica de fabricación y de su ornamento, presentaba idénticas adherencias terrosas a las observadas en el primero. Como en la ocasión anterior, nos hicimos cargo del objeto y, al día siguiente, 26 de noviembre de 1963, pusimos el nuevo hecho en conocimiento del Juez de Instrucción, quien comenzó sus diligencias sin pérdida de tiempo.
A las catorce horas del mismo día 26, antes de comparecer ante el Juzgado, se presentó en nuestro domicilio el transportista Juan Calatayud para confesarnos que el brazalete no perteneció a la abuela de su mujer como se había declarado, sino que había sido hallado por él mismo en una de las ramblas de las que extraía las gravas que conducía luego a la población. Aseguró que el primer brazalete fue también transportado por él, sin saberlo, al edificio en construcción de la calle de Madrid.
Los informes del transportista Juan Calatayud habían señalado una zona del cauce, situada al pie de unas ruinas medievales existentes a media ladera del monte inmediato, como posible lugar de aparición del brazalete que le recogimos.El 30 de noviembre de 1963 se llevó a cabo la inspección ocular de la zona y se fijó para el día siguiente el comienzo de la exploración que nos proponíamos realizar en la rambla del Panadero.
Con los hermanos Enrique y Pedro Domenech Albero, a los que acompañaban sus respectivos hijos Enrique y Pedro, comenzamos los trabajos de excavación de la rambla a las diez de la mañana del domingo, 1 de diciembre de 1963.
Transcurrido el día con catas y exploraciones infructuosas, eran aproximadamente las cinco de la tarde y comenzábamos ya a disponer el regreso cuando un movimiento de azada de Pedro Domenech Albero, puso al descubierto el canto de un brazalete. A su izquierda yacía otro y ambos descansaban en el borde de una gran vasija que, por las trazas, se hallaba repleta de objetos similares.


Vasija donde apareció el tesoro


Vano sería negar la profunda impresión que el hallazgo produjo en todos nosotros. Teníamos ante nuestros ojos un tesoro, fabuloso al parecer y de incalculable trascendencia para el futuro de los estudios prehistóricos.


Histórica foto del descubrimiento del tesoro. Soler es el tercero por la derecha.

La noche estaba encima y no disponíamos de los medios adecuados para levantar con las suficientes garantías de seguridad aquel extraordinario botín arqueológico. Pensar en cubrirlo de nuevo para volver al día siguiente mejor pertrechados era francamente temerario, y no debíamos tampoco levantarlo sin haberlo fotografiado previamente «in situ». Decidimos entonces, como solución de urgencia, enviar a los dos muchachos, Enrique y Pedro Domenech, al encuentro del «taxi» que ya estaría de camino para recogernos, con una nota dirigida a nuestro buen amigo don Alfonso Arenas García, en la que solicitábamos la presencia de un fotógrafo y medios adecuados de iluminación.
Nunca podremos olvidar, aquella espera dramática en el anochecer del día 1 de diciembre de 1963, ocultos en el fondo de una rambla perdida en hosco paraje del término villenense y a la luz de unas hogueras que hacían brillar, con destellos intermitentes, el oro de unos objetos que habían permanecido ocultos a las miradas humanas durante miles de años.
Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando alcanzaban la rambla el automóvil de don Alfonso Arenas y el taxi conducido por Martín Martínez Pastor. Con ellos llegaron los dos muchachos, y nuestro buen amigo y colaborador don Miguel Flor Amat. A la cámara de Flor se deben los únicos documentos fotográficos del hallazgo «in situ».
El conjunto se envolvió en la manta de Pedro Domenech primero y en un saco de harpillera después, y así fue transportado en inolvidable desfile alumbrado por linternas y antorchas hasta el automóvil.” (JOSE MARÍA SOLER, “El Tesoro de Villena”, Excavaciones arqueológicas de España, 36.)
La vasija estaba resquebrajada y las avenidas de agua habían arrastrado unos metros más abajo los brazaletes que habían llevado al descubrimiento.
Las ruinas moriscas nombradas en el texto todavía se conservan a escasos 200 metros hacia el Oeste, en la ladera cercana.
El Tesoro lo componen 53 objetos de oro con un peso total de 9.109'28 gr., 3 frascos de plata con un peso de 620 gr., un brazalete o anilla de hierro de 31'86 gr., un botón o revestimiento cónico de hierro con aplique de lámina de oro con un peso de 50'50 gr., y un revestimiento o aplique de lámina de oro relleno de ámbar de 2'85 gr. de peso.

alguno de los cuencos de oro del tesoro

Los objetos fabricados en oro son 28 brazaletes, 11 cuencos, 2 frascos (de idéntico diseño a los de plata) y 13 fragmentos de láminas de revestimiento (probables restos de un cetro o de guarniciones de armas). Predomina la decoración a base de molduras, púas y calados.

Brazaletes del tesoro

Muchas interpretaciones se han dado sobre su cronología y naturaleza. Predomina la idea de que su riqueza parece corresponder a un ajuar real que, robado o escondido intencionadamente al escapar de un peligro fue a parar a este solitario paraje. También se da el caso de depósitos de tesoros áureos en ceremoniales de corte político realizados en territorios fronterizos, o en invocaciones a divinidades propiciatorias de travesías seguras. En este contexto también podría haber tenido lugar el depósito del Tesoro de Villena.
Soler estimaba que era el escondite de un reyezuelo del Cabezo Redondo, importante poblado del Bronce situado sólo a 4 Km. de distancia. Le da la cronología más antigua, del año 1.000 a.C.
Para Almagro Gorbea el Tesoro es un conjunto heterogéneo de piezas distintas épocas y de estilos diferentes que se acumularon a lo largo del tiempo (entre el 1200 y el 700 a. C) y pertenecen a tres periodos diferentes de la prehistoria, el Bronce Tardía (1300-1000 a.C), el Bronce Final (1000-750) y el Hierro Antiguo (750-500 a.C.)
Quizás las dos piezas de hierro del Tesoro de Villena, que son las que pasan más desapercibidas del conjunto, tengan la clave. Marcan el inicio de la introducción del hierro en la Península Ibérica, siendo los restos de este metal más antiguos encontrados. El hierro sólo se utilizó como metal noble atesorable al principio de su llegada a la Península como objeto de importación. Después pasó a usarse para armamento y utillaje agrícola. Se supone que este metal llegó a la península hacia los siglos IX y VIII a.C. con el influjo de los colonizadores fenicios. Por tanto parece que la ocultación se produjo hacia el 800 a.C.
Mauro S. Hernández ha interpretado el Tesoro de Villena como prueba de la existencia en la zona de una comunidad que controlaba este territorio estratégico en las ruta N-S de la Meseta al Mediterráneo, y O-E, de las tierras altas del Sudeste al interior valenciano y la serranía de Cuenca, y, en consecuencia, contaba con la riqueza y el poder suficiente como para recibir, adquirir y acumular, un tesoro de semejantes dimensiones y valor.
Quizá nunca sabremos a ciencia cierta quién, cuando y porqué ocultó este fabuloso tesoro en sitio tan recóndito y seguro que no lograron descubrirlo ni los moriscos que edificaron sus casas y corrales a pocos metros del lugar.
Desde el monolito que recuerda el hallazgo que ha llevado el nombre de Villena por toda Europa, vemos hoy la encrucijada de caminos formada por las tierras de esta localidad y el valle de Beneixama. Quizás nos preguntemos, mientras observamos desde la sombra de algún olivo este familiar paisaje mediterráneo, si el futuro deparará nuevos descubrimientos de tamaña importancia en otros lugares tan insospechados como este.


Lugar de aparición del tesoro



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1 comentario:

  1. hola soy de villena , hoy hemos visitado este lugar y la verdad no nos ha costado nada encontrarlo, gracias a tus indicaciones

    encontramos tu blog por casualidad
    pero es muy interesante, gracias por todo

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