- Ciudad antigua
- Ibero – romana
-Mapa: 872 (1-4)
- acceso: fácil
- Ibero – romana
-Mapa: 872 (1-4)
- acceso: fácil
La ciudad ibero-romana de Lucentum tiene una especial relevancia dentro de la historia de la arqueología provincial. Estudiada desde antiguo, gran parte de los especialistas en la historia local han dado sus versiones sobre el origen, evolución, significación y nombre de la ciudad. Es todavía escuela de arqueólogos que siguen participando en excavaciones que no dejan de dar sorpresas con la exhumación de nuevos restos arquitectónicos y materiales. Su declaración como monumento histórico artístico en 1961califica este yacimiento como uno de los más importantes del la Comunidad Valenciana.
El yacimiento se encuentra en un pequeño alto de 37 metros de altura conocido por el Tossal de Manises, nombre que parece venir de la abundancia de restos cerámicos (Manises en valenciano) que aparecían por todo el promontorio. Está en un excelente estado de conservación gracias a su habilitación para la visita por parte de la Diputación Provincial de Alicante. Es un ejemplo excelente de difusión pedagógica del patrimonio histórico.
Su acceso se encuentra en la zona de la Albufereta, en la calle Zeus. Puede llegarse a sus cercanías fácilmente tanto en bus como en tranvía.
La mayoría de lo que hoy está a la vista pertenece a la época Imperial. Los restos iberos quedaron sepultados en su mayor parte bajo las construcciones romanas.
La visita se estructura a partir de un recorrido autoguiado que atraviesa toda la ciudad, con hitos señalados con paneles que informan de las características de lugares de especial relevancia. Así, lo primero que encontramos es la puerta de entrada fortificada con un torreón y situada en ángulo respecto al lienzo de muralla para facilitar su defensa. Todavía se conservan en el umbral las marcas de las rodadas de los carros.
De aquí pasamos a recorrer las calles de Lucentum. Primero se asciende a lo alto del pequeño cerro sobre el que está situada la ciudad histórica. El camino pasa junto al resto de una vivienda que conserva restos de pavimento.
Desde el mirador podemos darnos cuenta del peligro que corrió este yacimiento debido a la presión urbanística del siglo XX que estuvo a punto de acabar con él de no ser por la defensa que hicieron para su preservación investigadores y amantes de la historia de la ciudad. Esto ha hecho posible que haya llegado hasta nosotros una ciudad antigua conservada en toda su extensión, algo infrecuente por ser habitual la continuidad en el poblamiento, con construcciones nuevas que acaban con los restos más remotos.
Los edificios modernos que rodean el enclave dificultan imaginarse el paisaje que rodeaba a Lucentum. El mar llegaba cerca de sus murallas, y entre el Tossal y la Sierra Grossa, donde hoy está la playa de la Albufereta, había un golfo o entrante marino que formaba un puerto natural que en tiempos romanos fue acondicionado con malecones y muelles. Este refugio para las embarcaciones, con el comercio derivado del mismo, debió tener mucho que ver con la elección del lugar para la ciudad.
Siguiendo la visita se pasa junto al foro. En uno de sus extremos se conservan los últimos restos de un templo que debió de estar dedicado a Juno.
Abundantes aljibes que aun conservan el recubrimiento de opus signinum jalonan todo el yacimiento. El agua que escurría de los tejados se almacenaba en ellos para el abastecimiento de la ciudad.
La calle más interesante es la Vía Popilio, llamada así por la inscripción que apareció en una de las termas que indica que fue construida a costa de un sevir augustal (sacerdote del culto imperial) con este nombre. En esta calle se han conservado dos termas y varías tiendas (tabernae) con grandes umbrales que nos informan sobre la actividad comercial de la ciudad.
Entre las casas de la urbe destacan la llamada del patio triangular y otra que conserva la típica estructura de domus romana con peristilo que fue construida sobre las murallas cuando éstas dejaron de tener utilidad en la última época del poblado, con la pax augusta. Las casas aprovecharon la muralla, ahora inoperante, como cimentación y muros. También se visitan varias casas del poblamiento ibero.
La muralla conserva cientos de metros y varias torres. Estas se añadieron posteriormente al recinto defensivo, lo que puede apreciarse en el hecho de que no están encastradas en la muralla, sino adosadas a ella. Además su aparejo es diferente. Seguramente la muralla tiene su origen en tiempos iberos, siendo ya en tiempos en que la ciudad estaba en la órbita romana cuando se le añadieron las torres como refuerzo.
Destaca la torre del toro por tener una pequeña representación de la cabeza de este animal. No es fácil verla debido a su deterioro.
De los materiales encontrados los más importantes son, sin duda, las inscripciones epigráficas. Por ellas nos llegan retazos de la vida de los habitantes de la ciudad. Así conocemos los nombres de algunos de los cargos administrativos y religiosos como Valerio Solariano o Tafio Rufo, este último posible promotor de la construcción de las torres. Sobresale Marco Popilio Onix, que además de una de las termas construyó un templo, teniendo el privilegio de ser el lucentino más nombrado en las inscripciones. Pero también tenemos detalles más personales, como la dedicación de una madre, Sicceia Donata, a su fallecido hijo Piero; o la de Hermeros dedicada a su “esposa amantísima”, ambos seguramente esclavos.
Pero sin duda la más importante es la inscripción funeraria de Publio Astranio Venusto, que ha sido decisiva para asignar el nombre de Lucentum a esta ciudad. Todavía en los años 80 del siglo XX se defendía que Lucentum se encontraba en el actual barrio de Benalúa, en la parte sur de Alicante, ya que apareció allí otra inscripción epigráfica que nombraba la ciudad. Posteriores excavaciones han descartado esta posibilidad.
Alguna vez han las inscripciones han llamado a la confusión, como aquella que se creyó el epitafio del general cartaginés Amílcar y que resultó ser de un armador o comerciante griego.
Estudios recientes (Olcina Doménech) hacen pensar en un poblado íbero inicial con grandes influencias púnicas, e incluso en una fundación bárquida. Su finalidad sería la de controlar la costa y el afianzamiento territorial derivado de la expansión cartaginesa. Destruída en el siglo III a. C. seguramente en la Segunda Guerra Púnica, volvió a fortificarse siguiendo el trazado anterior a finales del II a. C. y el el I a. C. Posiblemente entonces era un fortín relacionado con los avatares de las guerras civiles romanas.
En el siglo I a.C. se crea la ciudad romana. A esta etapa corresponden las termas, el foro, y la mayoría de las estructuras que hoy se pueden contemplar. A finales del siglo I d. C. comienza la decadencia de la ciudad debido al desarrollo de Illici, mejor integrada en la red viaria imperial y con ricas tierras agrícolas a su alrededor.
Lucentum, llegó a tener estatuto de municipium romano, y llegó a ejercer su influencia sobre territorios cercanos, a la sombra de la más poderosa ciudad de Illici. Hoy su gran valor es representar los orígenes de la ciudad de Alicante, afortunadamente protegidos para las futuras generaciones.
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